Los arrecifes de coral son ecosistemas altamente productivos y complejos, que albergan una amplia y representativa diversidad biológica (Odum y Odum, 1955; Connell, 1978), y juegan un papel fundamental en la provisión de servicios ecosistémicos tales como protección costera contra la erosión y disponibilidad de hábitats para especies de interés ecológico y pesquero. Adicionalmente, los arrecifes coralinos generan importantes contribuciones a la economía mundial, siendo la principal fuente de ingresos en muchas regiones costeras del mundo (Smith, 1978; Kühlmann, 1988; Spurgeon, 1992; Done et al., 1996; Peterson y Lubchenco, 1997).